miércoles, 17 de octubre de 2012

Los dioses se dejan ver


La palabra “Dioses” es una mera convención. No tiene nada que ver con el politeísmo al cual las religiones monoteístas condenan y al que indirectamente promueven al estimular el culto de los personajes secundarios de sus tradiciones respectivas, como los santos y demás.

Todas las tradiciones espirituales coinciden en algo: entre el hombre y el Absoluto existen infinidad de seres inteligentes, desencarnados y luminosos, encargados de atender los asuntos de las dimensiones más bajas. Podemos llamarlos ángeles, dioses, seres de luz, Influencia C (influencia celeste), etc.

La manifestación de uno o varios seres de luz en la vida ordinaria de una persona es un acontecimiento trascendente, aunque por sí solo no indica que se ha alcanzado la transformación. Pero no deja de ser una buena señal. Una maravillosa señal.

Numerosos seres concientes a lo largo de la historia han gozado de estas visiones: Apolonio de Tyana, Don Bosco, Goethe y tantísimos otros. Cuando Walt Whitman escribía “Una esfera desconocida, más real que la que soñé, dispara sobre mí rayos que despiertan…” no estaba utilizando una metáfora. Estaba describiendo una experiencia real.

Por otra parte, infinidad de seres humanos no han gozado de estas visiones, y aún así han alcanzado la transformación, como le pasó a Abraham Lincoln, de quien se dice que se dio cuenta que era un Ser Conciente recién después de muerto. Un monje del Monte Athos dijo: “El que se ha visto a sí mismo es más grande que el que ha visto a los ángeles.”

Los que han visto ángeles tienen la obligación de dar testimonio de su existencia. Y los que no los han visto tienen la obligación de dar testimonio de que no es preciso ver ángeles para alcanzar la transformación.

Los Seres Concientes desencarnados se manifiestan tanto de forma sutil como contundente. Cuando lo hacen en forma sutil, por ejemplo, arreglan acontecimientos inesperados, introducen pensamientos en nuestras mentes que nos guían en determinada dirección, nos hacen voltear la cabeza hacia un letrero, un dibujo o hacia la patente de un auto que nos sugiere la respuesta de lo que buscamos, etc. Otra de sus formas favoritas es dándonos una lección o una enseñanza utilizando como instrumento a personas de nuestro desagrado.

¿Y qué hay en cuanto a su manifestación visible y directa? Vivimos en una era que reclama pruebas, hechos concretos, cosas tangibles. Una persona que ha sido formada por esta tecno-era tiene tanto anhelo de trascendencia como cualquier campesino del Medioevo. Y usualmente esta necesidad esencial se manifiesta mediante reclamos fenoménicos. Ejemplos típicos: chispas de luces en lugares cerrados (de variados colores, muchos de los cuales no existen en el espectro visible), relámpagos y estrellas fugaces dentro de un cuarto cerrado, especies de insectos luminosos que interactúan con las personas. Cuando dichas luces se manifiestan al momento de leer un escrito de un Ser Conciente, hay razones suficientes para suponer que se trata de él. Las manifestaciones bajo la forma física que dichos seres tuvieron en vida usualmente suceden cuando tenemos terceros estados en sueños. También, conectándonos con las obras que los Seres Concientes han dejado, atraemos su ayuda, y hasta su Presencia, que puede tomar forma visible o no.

Los dioses son el mayor estímulo que un ser humano puede tener en su vida. Nada se compara con ello. Ni siquiera el amor de una mujer.

Ser un simple instrumento, tal como un caballo o un auto lo es para el hombre, para servir al Plan Divino, es la mayor alegría que un ser humano puede experimentar en este desdichado planeta.

 

Adrián M.

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La Fellowship of Friends (Comunidad de Amigos), una Escuela práctica en la tradición del Cuarto Camino de Gurdjieff y Ouspensky se presentará en radio a través de distintos estudiantes del Centro de Buenos Aires, todos los miércoles de Octubre a las 17 horas en 104.7 FM “Radio Dakota” en el programa Dakota News.



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lunes, 1 de octubre de 2012

Recuerdo de sí, boletín de octubre de 2012
















Separación y unidad

Un niño recién nacido mira y no se separa de lo que ve; su mirada abarca todo, no rechaza nada. Unos años después, el sentido de ‘yo’ se desarrolla y el niño descubre y hace conocer sus deseos desde este nuevo sentido de identidad. No solo se desarrolla un ‘yo’ sino muchos ‘yoes’, cada uno con sus gustos y disgustos, preferencias y rechazos. Ya no estamos más unidos con lo que nos rodea, sino separados y fragmentados. 

“Eres una unidad. Te partes en dos. Ahora eres dos. ¿Qué harás?" - Evangelio de Tomás

En el Cuarto Camino, al estudiante se le pide que descubra todos los aspectos de sí mismo, que recoja estas partes difusas y forje una unidad temporaria que le permita conectarse con su identidad verdadera y eterna: el Yo real. Paradójicamente, primero viene el trabajo en la separación, esta vez intencionalmente; no de acuerdo con lo que nos gusta o disgusta de nosotros, sino de acuerdo con lo que sea real o no dentro de nosotros. Los que estén atraidos por este trabajo puede que ya hayan experimentado el sabor de quienes son de verdad. Esos relámpagos de estados superiores sirven al trabajo en la separación, porque cuando se conoce el sabor del Yo real puede comenzar la separación correcta.
“Sin darse cuenta de la diferencia entre el Yo y la personalidad falsa, todos los esfuerzos solo fortalecen al aspecto más débil. Como dije, esta separación es la base de todo el trabajo sobre sí. A menos que se comprenda esta idea,
 nada se puede lograr; en todo uno debe comenzar a partir de eso.” Peter Ouspensky, El Cuarto Camino
¿Qué no es real dentro de nosotros? Cualquier cosa que podamos observar desde ese estado superior, pues solo lo superior puede ver lo inferior. Los muchos 'yoes', los estados de imaginación e identificación, todos los aspectos del sueño despierto que nos gobierna en los momentos ordinarios y que nos distraen de nosotros mismos. El cuadro imaginario de nosotros mismos, perfeccionado a través de años, es otro obstáculo, ya que rara vez se basa en quienes somos de verdad.

“En imaginación, uno vive la vida de otras persona, porque todo se toma prestado por imitación.”  Robert Burton

Cuando saboreamos nuestro ser verdadero –un estado superior por sobre los muchos ‘yoes’– experimentamos la unidad, aunque brevemente. Trabajamos para recordar este estado (y regresar a él) y mantenerlo separado de los muchos ‘yoes’ que nos asaltan. Con práctica, podemos permanecer en este estado superior, experimentando nuestro verdadero ser, separándonos más completamente y por momentos más largos. En este punto, los ‘yoes’ pueden oírse débilmente, pero no nos distraen. 
 
¿Pero lo podemos hacer ya mismo? Se necesita conocimiento para separarse correctamente. 
 
Al principio, podemos ser testigos de una de las funciones inferiores desde el punto de vista de otra función inferior (como el centro intelectual mirando y comentando sobre sensaciones o emociones). Llegar a la ubicación correcta del verdadero ser que observa sin comentar, alabar o culpar, sino con separación y amor es vital. La parte intelectual de nuestro propio centro instintivo tiene su propio sitio de observación, pero le falta la comprensión emocional o amor. Una trampa común es usar esta parte para la observación de sí, ya que este aspecto no se puede desarrollar. 

“Todos quienes hayan caído en el pozo de la separación encontrarán una cuerda y una salida.” Rumi 

La separación correcta incluye un darse cuenta emocional, porque el ser verdadero tiene la comprensión de que el momento es perfecto y que todo está bien. Aún el sufrimiento puede ser usado por este estado superior como un medio de permanecer despierto. Al reconocer este estado, al llegar a reconocerlo como un amante, terminamos en la unión con nuestro mundo y el ser real. 

Aunque nacimos unidos con el mundo, perdimos nuestra unidad original, astillándonos en fragmentos que no se conocen entre sí. Nuestra tarea es reunir nuestros seres fragmentarios en un todo que funcione, que algo superior dentro de nosotros pueda comenzar a usarlo y dirigirlo. Aquí se cierra el círculo.  

“Cuando no hay más separación entre ‘esto’ o ‘aquello,’ es lo que se llama el punto quieto del Tao.  
En el punto quieto del centro del círculo uno puede ver lo infinito en todo."  Chuang Tsé

No regresamos a la unidad sin diferenciación de la infancia, sino a un darse cuenta gozoso de quiénes somos en verdad, tomando nuestro lugar en el universo para ver cómo podríamos estar al servicio de lo que ocurre en este mismo momento. Debemos ser pequeños de nuevo para renacer a este estado superior. La separación correcta es esencial para este renacimiento. Cada momento nos invita. Solo lo que sea real puede cruzar el umbral. 

Rowena L.


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