martes, 15 de octubre de 2013

El Popol Vuh, parte I

 
Cancha de pelota en Copán, Honduras
Foto cortesía del autor


Esta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil,callado y vacía la extensión del cielo. No había todavía  hombre, animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas, ni bosques: sólo el cielo existía. No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.


Así comienza la historia de la creación como la cuenta el texto postclásico maya, el Popol Vuh. Este texto estaba basado, por cierto, en textos más antiguos, ahora perdidos. Hay evidencias de que los mitos allí narrados datan de tan atrás como la era preclásica maya (ca. 2000 a.C. a 250 d.C.).

Hunahpu, uno de los Héroes Gemelos, usa su cerbatana
www.mayavase.com


Los dioses creadores tenían la meta de crear seres que los honraran y adoraran. Estos seres son el propósito de la creación entera. Tratan se crearlos tres veces y las tres veces fracasan.  Solo tienen éxito la cuarta vez. En la creación de la Biblia Dios parece hacerlo de manera correcta en el primer intento, pero aquí hay una secuencia de intentos sucesivos.


Con el fin de interpretar este mito, tomemos el punto de vista de que no es sobre la creación y desarrollo del diseño humano (como lo llama el Popol  Vuh), sino sobre el desarrollo de Dios.  Vayamos también un paso más adelante y tomemos a “Dios” como que está dentro de nosotros –la consciencia que es posible pero que está latente para los humanos– en vez de referirnos al Creador del universo.
 
En otras palabras, quizás la historia sea sobre lo que sucede cuando despierta la consciencia en un hombre y los pasos que da entonces para fortalecerse.  


Todos tenemos la experiencia de “despertar” de repente de nuestros ensueños y volvernos intensamente conscientes del mundo que nos rodea. Tal vez un ruido fuerte, un accidente, ver a uno que se ama, o solo un simple momento ordinario traiga este muy diferente estado de consciencia.
  
Foto por Diane Yuri
El mar tranquilo, calmo y silencioso a que refiere el Popol Vuh puede ser la condición vegetativa de nuestra psicología inmediatamente antes de este flash repentino de consciencia.  Es un estado de no existencia, una falta de enfoque. Cuando la Presencia se despierta, entonces, a este mundo acuoso, necesita crear primero tierra: un lugar firme para permanecer en medio del océano de pensamientos y sentimientos desconectados, uno detrás del otro.


Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: 
— “¡Tierra!” dijeron y al instante fue hecha.  Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas y al instante crecieron las montañas.


Esta tierra es una especie de observación de sí, una capacidad innata en ese destello de consciencia; una especie de estar aparte de todo lo que esta consciencia observa.  En tanto este “estar aparte” –o separación– continúe, la consciencia puede mantenerse.  Cuando esta separación desaparece, entonces esta consciencia y presencia también desaparecen.
 

© Justin Kerr, K4575, K 3332 www.mayavase.com
 Los dioses crean luego los animales.
 Los animales son capaces de hablar, pero solo graznan, parlotean y rugen.  Su lenguaje es ininteligible para sus creadores.  Estos animales pueden ser la multitud de pensamientos, emociones y percepciones a los que está sujeto el hombre.  Pueden hablar -y hasta quizás puedan tener pensamientos y sentimientos nobles– pero son incapaces de comunicarse con Dios.  No son los medios adecuados para fortalecer al Dios interior.
 
Los dioses mayas se dan cuenta de que han fracasado y, entonces, tratan de nuevo. Crean entonces a la persona de barro.


Continuará...
 
David T.

Algunos enlaces para ver:




Short Video of the Popol Vuh Creation




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http://bluelogic.tumblr.com/post/41547782669/what-is-life-a-little-shadow-running-across-the (en inglés) 

martes, 1 de octubre de 2013

Recuerdo de sí, boletín de octubre de 2013



Octubre de 2013

























La mente quieta



Al escuchar una campana que tañe en el crepúsculo, uno encuentra  que la quietud de afuera también está adentro. El amanecer y la puesta de sol son los momentos más tranquilos del día. En esos pocos momentos, todas las cosas parecen atentas al día mientras este surge y finaliza. El mismo ritmo se refleja internamente. Hay pocos momentos en los que la mente está quieta. Cuando uno se despierta en la cama, por uno o dos momentos, la mente no tiene nada que decir y, de nuevo, cuando se va a dormir, hay un breve momento en que la mente está quieta y calma. Durante esos pocos momentos, la mente está clara.



De otro modo, la mente es una experiencia de contradicciones. Los muchos ‘yoes’ del pensamiento, la percepción y la emoción que surgen de las funciones humanas no pretenden oponerse entre sí, pero no pueden compartir pacíficamente el mismo espacio. Los ‘yoes’ no pueden unificarse, bastante como los caciques guerreros que proclaman la misma historia cultural pero que no tienen forma de gobierno.  Sin presencia, los ‘yoes’ controlan la propia pscicología. El pensamiento se hace desconcentrado, accidental o determinado por sucesos externos. Uno se pone feliz o triste porque los ‘yoes’ anticipan un hecho externo, que luego no ocurre nunca.



Sin embargo, la mente puede elevarse por encima de la ruidosa palestra de los ‘yoes’ y pasar a “una mente más pura con una tranquila rehabilitación.” Pero esta habilidad no viene sola. Viene de elevar la propia alerta, de prestar atención a los momentos pequeños del día.  Con una mente receptiva, uno escucha música, una conversación, sonidos casuales y crece un estado que no tiene ni opinión ni preferencias, sino que silenciosamente es.  Al escuchar, uno encuentra el silencio. Se vuelve un punto de tranquila calma en un universo que gira. Oye la callada pequeña voz de Dios.


“En la pura mañana, cerca de un antiguo templo,
mi serpenteante camino, por un protegido hueco
de ramas y de flores, llega  un retiro budista.
Aquí los pájaros están vivos con la luz de la montaña
y la mente del hombre toca la paz de un estanque,
y mil voces se tranquilizan
con la respiración de la campana de un templo."
Chang Jian
 



Julian B.
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