jueves, 14 de noviembre de 2013

El Popol Vuh, parte 2


El Popol Vuh – Parte II

El hombre de barro
Foto cortesía de la Fellowship of Friends

Los dioses mayas se dan cuenta de que han fracasado y, entonces, tratan de nuevo. Crean entonces a la persona de barro.


Al principio hablaba, pero no tenía entendimiento. Rápidamente se humedeció dentro del agua y no se pudo sostener.


La persona de barro es precisamente ese relámpago de consciencia que se describió antes. Llega por un momento y nos habla profundamente, pero desaparece tan rápido como surgió, perdiéndose en las aguas de la imaginación: el flujo incesante de los muchos ‘yoes.’ El elemento que falta es el “conocimiento.” Porque para que se fortalezca la consciencia, se necesita conocimiento: un método o técnica para evitar que esta desaparezca.
 
Luego anunciaron ante la Abuela y el Abuelo lo que se haría. Crearon las efigies de madera tallada. Los hombres fueron hechos del árbol coralino y las mujeres de los juncos.


Se parecían al hombre, hablaban como el hombre y poblaron la superficie de la tierra. Existieron y se multiplicaron; tuvieron hijas, tuvieron hijos, los muñecos de palo.


La gente de palo
Foto por Doug Meikle, Dreaming Track Images
La gente de palo tenía el habla y un lenguaje, pero “no había nada en sus corazones ni nada en sus mentes.” Para sostener al Ser Superior, se necesita una concentración total del corazón y la mente. La gente de palo no recordaba a su Creador. Otra vez, los dioses mayas se dan cuenta de que no han tenido éxito con su meta.

Hunahpu sopla su cerbatana
www.mayavase.com
   

Entonces llegan los episodios de los Héroes Gemelos. Cuando leí el Popol Vuh por primera vez, no podía comprender por qué no terminaron la historia de la creación de la humanidad, sino que, en cambio, se tomaron un largo interludio para contar las historias de lo Héroes Gemelos y solo entonces regresaron a la creación.


Su historia representa una parte necesaria del Dios interior que organiza el microcosmos. La función de los Héroes Gemelos parece ser la de restringir las acciones del ser inferior animal, de modo que el Ser Superior no fuera separado ni bien apareciera.


El “ser animal” no significa necesariamente los requerimientos de comida, vestido, cobijo y sexo. En cambio, es una especie de zona de confort psicológico: una negación de lo desconocido y un aferrarse a lo conocido. Es una fuerza que nos empuja involuntariamente hacia las experiencias pasadas o las expectativas futuras en lugar de la experiencia del momento presente.


Las acciones de los Héroes Gemelos tienen lugar durante el tiempo de la gente de palo y, por el tiempo en que la humanidad es creada, el animal, el ser inferior, ya ha sido relegado a un rol subsidiario y no dominante.

 
Los primeros cuatro hombres
Isla de Pascua, cortesía de http://www.ourwildride.com

Finalmente se crean los primeros cuatro hombres y mujeres. Por cierto que honran a los Dioses y recuerdan sus días. La consciencia, o el Dios interior, será capaz de sostenerse con estas creaciones.


Por fin sale el sol
Foto cortesía de Wikimedia Commons

Por fin el dios interior es capaz de revelarse abiertamente y ver su reflejo en el mundo material. Por supuesto, desde el punto de vista que tomamos, todo esto sucede dentro de nuestra propia psicología.


Foto cortesía de Wikimedia Commons 

Hay un dicho antiguo: “Un día para la naturaleza es una respiración para el hombre.” La bien conocida historia bíblica de la creación tiene seis días. Sin embargo, no hay indicación de la extensión de tiempo de la creación del Popol Vuh.


Así, si tomamos el punto de vista de que este mito de la creación describe algo que sucede dentro de nosotros, ¿cuánto tiempo tomaría?


Quizás todo suceda dentro de unas pocas respiraciones.


Quizás esta creación pueda repetirse muchas veces cada día.

David T.



Algunos enlaces para ver:






  
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viernes, 1 de noviembre de 2013

Recuerdo de sí, boletín de noviembre de 2013



Noviembre de 2013

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Comenzar al principio

 

“Una idea que se desarrolla y se lleva a la práctica 
 es más importante que una idea que exista sólo como idea.” 
Buda 


Leyendo recientemente sobre el devoto asistente del Buda, Ananda, fui sorprendido por el hecho de que aunque Ananda hubiera servido por 25 años como ayudante personal del Buda, tuviera una memoria prodigiosa y fuera responsable de la transmisión de miles de sutras budistas –sabía la mayoría de ellos de memoria– y que, a pesar de esos años y del conocimiento acumulado, tuviera aún trabajo interior personal que hacer. Cuando se llavaron a cabo los preparativos para el primer concilio budista, no mucho después de la muerte del Buda, hubo objeciones para que Ananda asistiera. Se decía que él había entrado al Camino; no obstante, que no había alcanzado aún el estado de uno que se hubiera vuelto –según la etimología de la palabra arhat– eterno o inmortal. De algún modo, todo el conocimiento de Ananda –la enorme cantidad de conocimiento superlativo de sutras que había memorizado– no era suficiente. Se necesitaba algo más: un cambio en su ser. 

Cómo cambiar el ser es una cuestión que todos enfrentamos.


Podemos extender nuestro conocimiento en una miríada de direcciones: en el estudio de historia china, o de arte griego, o de los hábitos de apareamiento de los canguros, o de ingeniería civil, o de física cuántica, o de cocina, o de aladeltismo, o de música, o de ballet, o de la banca, o de sutras budistas, o, o… Pero ninguna de esas direcciones necesariamente cambiará nuestro ser.

"Las ideas por sí mismas no pueden producir el cambio del ser;
sus esfuerzos deben ir en la dirección correcta."
P. D. Ouspensky

Lo que necesitamos con el fin de despertar es un juego pequeño de ideas simples sobre qué dirección perseguir y, luego, los esfuerzos para traducirlas en ser: esfuerzos por ser las palabras. El verdadero cambio de ser proviene de esfuerzos personales de verificación interna, no de la mera acumulación de información externa. Las ideas sirven como carteles indicadores, pero el viaje y el cambio de ser deben ser emprendidos por nuestros propios esfuerzos. 

Para el propósito de despertar al Presente, siempre esperándonos aquí: ¿en qué dirección es útil extender nuestros conocimientos? La respuesta es simple: necesitamos aumentar el conocimiento de nosotros mismos. Todo comienza con esto. Una perona que no se conoce no puede moverse de donde está. En Fedro de Platón, hasta el gran Sócrates mismo tiene que decir esto:
 
"Soy todavía incapaz de conocerme a mi mismo, como la inscripción délfica lo ordena, y verdaderamente me parece ridículo mirar otras cosas antes de que haya comprendido eso."

El trabajo de una escuela del cuarto camino nos provee un precioso pequeño jugo de ideas-carteles indicadores que seguir con el fin  de estudiarnos y observarnos: ideas como los cuatro estados de consciencia, los muchos ‘yoes,’ la imaginación, las emociones negativas, la identificación, la charla innecesaria y los cuatro centros inferiores. 

Además de nuestros esfuerzos por estar presentes a nuestras vidas, el trabajo práctico comienza con la observación de sí. Pensamos que nos conocemos bastante bien pero,  de hecho, no nos conocemos casi nada porque nunca nos hemos observado sistemáticamente. Podemos saber, en cualquier momento particular, que estamos felices, o que tenemos hambre, o que estamos cansados, caminando o leyendo. Pero saber que estamos felices o leyendo es lo opuesto a observarnos mientras estamos felices o leyendo: son dos cosas enteramente distintas.

¿No es extraño que el Templo de Apolo en Delphi llevara sobre su entrada la inscripción Conócete a ti mismo? ¿Por qué molestarse en ponerla en una ubicación tan importante, en el sitio más sagrado del mundo clásico si todos nos conociéramos como las palmas de nuestras manos? 

“Somos lo que observa, no lo que es observado.”
Robert Earl Burton
 
Afortunadamente, podemos observarnos en cualquier parte que estemos y ocurra lo que ocurra. No necesitamos ninguna condición especial ni energía especial para hacerlo. Cuando estamos enfermos, podemos observarnos estando enfermos. Cuando estamos felices, nos podemos observar estando felices. ¿Cómo estamos sentados ahora, mientras leemos? ¿Cuál es nuestra postura? ¿Tenemos tensión en alguno de nuestros músculos? ¿Qué reacción interior tenemos a estas ideas? 

El propósito es verse y observarse imparcialmente, como un zoólogo podría observar una  nueva especie. Esto es más fácil decirlo que hacerlo: aún con las mejores intenciones, con frecuencia olvidamos hacerlo; y cuando sí nos observamos, a menudo reaccionamos con un juicio chocante o un análisis que induce el sueño de lo que vemos. Lo que es necesario, en la frase de Gurdjieff, es un crescendo de persistencia. 

Nadie más puede hacer este trabajo por nosotros. Solo mediante nuestros esfuerzos la idea de los carteles indicadores nos trae algo más allá del nivel de la información, algo que penetre hasta nuestra esencia y no se pierda con facilidad.

Lo destacable sobre la observación de sí es que es el principio de una nueva facultad en nosotros, una con la que no nacemos y que no se desarrolla de manera automática. Tenemos que ser enseñados a hacerlo y trabajar para adquirirla. Actuar sobre esta ayuda desde afuera, esta enseñanza recibida sobre la observación de sí, es el principio del crecimiento real y del cambio de ser. Una persona que trabaje para observarse, aún por cortos períodos, está realmente en un nivel de ser diferente de una que no lo hace. Ya se está volviendo un tipo diferente de ser humano, uno parado sobre la tradición de Sócrates.
 
"No puedes despertar a menos que hayas 
verificado que estás dormido."
Robert Earl Burton

En la serie final de sus escritos, Gurdjieff hizo notar que las verificaciones que hacemos mediante la observación de sí son la base necesaria para que se eleve “una energía de gran intensidad, con la ayuda de la cual únicamente es posible un trabajo posterior sobre sí mismo.” También hizo notar que aunque la observación de sí es indispensable en el principio para cualquiera que esté esforzándose por la verdad, no debe volverse el centro de gravedad de los esfuerzos en el largo plazo. El propósito real de la energía que se genera es alimentar nuestros esfuerzos para recordarnos. 

¿Y qué paó con el asistente del Buda? La historia dice que Ananda, espoleando sus esfuerzos para traducir su conocimiento en ser para el concilio que se aproximaba, logró la plena iluminación la noche anterior a que el concilio se reuniera. Fue entonces convocado a que asistiera, recitando y ayudando a transmitir el gran cuerpo de sutras budistas, en que cada uno comienza con la famosa apertura: “Así he oído…” 

"Hay dos errores que uno puede cometer en el camino a la verdad:
no ir a fondo y no comenzar."
Buda


R.H.

 

 
 

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