martes, 22 de abril de 2014

La naturaleza el trabajo sobre sí - Parte 2



LA NATURALEZA DEL TRABAJO SOBRE SÍ – Parte 2

Si el mayordomo no existe de manera natural, y si el corazón ansía de veras poder ver la aparición de los centros superiores, entonces debe intentar crearlo.


Carta I, El malabarista o mago,
© Tarot Camoin-Jorodovsky


El mago de la imagen tiene desplegadas todas sus herramientas de trabajo sobre la mesa que tiene frente a él. Es, además una figura masculina. Las doncellas veladas de la nota anterior, en vez de conformarse con anhelar pasivamente la aparición de los centros superiores, ahora se han vuelto activas y están dispuestas a esforzarse para conseguir su aparición. 


A la izquierda, la madre ahora guía al faraón (esta vez el mayordomo) para que se esfuerce por conseguir que aparezcan los centros superiores.
 

La madre guía al faraón,
Museo Egipcio del Cairo



Este es el misterio de la encarnación.



“Mira: una virgen concebirá y dará a luz un hijo… este sabrá rechazar el mal y elegir el bien.” Isaias 7:14



“Fui concebido en la noche, he nacido en el día.” Textos de los sarcófagos egipcios



En las escuelas, parece común la referencia a un tiempo de oscuridad en el que el salvador es concebido. Cuando nazca, este tendrá un destino de trabajo y de guerra:

Procesión asiria, Museo del Louvre                                                    Guerrero hindú con espada, www.Livingpresence.com



Majnoun mira la batalla, minitura persa
La batalla será, por supuesto, para controlar la mente, para poner orden en ella y terminar con el caos que la hace dormir, tal como nos muestra la imagen de la derecha.

Allí Majnoun, que representa al mayordomo, observa cómo su ejército disciplinado, desplaza de la cabeza a una hueste de ‘yoes.’ 


Este ejército debe perdurar en tanto sea necesario, pues sin su actividad, los centros superiores no podrán mantenerse despiertos por mucho tiempo.  







“¡Oh mago: Perdura, perdura, perdura! Crea un contrapeso...” Rilke


Pero el corazón activo desbordará por fin, y la presencia del verdadero Ser podrá sostenerse por un tiempo. 

Esto es algo que no se le escapó a Oupensky, aunque en los libros del cuarto camino no esté totalmente dicho de forma explícita. En un manuscrito escrito en 1935 puede leerse:


"Algo le falta al sistema. Si el hombre se supone que se recuerde, debe haber un método simple. Pero se ha perdido. Nunca pude encontrarlo. Una vez en la India, oí un eco de un método así. Si encuentra el método, puede que se encuentre la Fuente.” Peter D. Ouspensky



Izquierda: Una deidad sostiene un vaso que desborda, Khorsabad, Irak (neo-asirio, ca. 721-705 a.C., Instituto Oriental, Chicago)


 


El secreto perdido parece descubrirse en un par de murales egipcios: Si un solo ‘yo’ de trabajo, expresado de todo corazón, crea presencia por una respiración, ¿qué harán los ‘yoes’ de trabajo si se los usa en secuencia, uno detrás de otro?

 
Seis hombres llevan una cuerda, Museo de Leyden                                     Procesión de seis hombres, Tumba de Meresanhk III



La imagen de la izquierda sugiere que la cuerda (que aquí representa la presencia y el trabajo) no se interrumpirá si un ‘yo’ de trabajo le sigue a otro.  En tanto, la de la derecha sugiere que algo sucede sobre el final del trabajo, pues la extensión de la cuerda que sostiene sobre sus hombros el hombre de la derecha, en forma de cruz, ocupa el mimo espacio que los cinco que lo preceden…

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho.” Génesis 1:31-2:3



Ilustración persa en miniatura
Es decir, tras el trabajo, el resultado que se logra perdura por un tiempo, como lo indica esta última imagen representada por el espacio que ocupa el hombre con la cuerda al hombro. 

En esta pequeña serie hemos hablado del trabajo sobre sí y la importancia de poner activo al corazón, el único aliado que tienen los centros superiores para intentar manifestarse.  Cerremos, pues, con una imagen persa que nos muestra la naturaleza de este corazón vigilante, que aún pasivo, disfrutando de las impresiones del presente, está listo para volver a la acción cuando esta sea necesaria.





H.F.


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