sábado, 1 de junio de 2013

Recuerdo de sí, boletín de junio de 2013



Junio de 2013

















¿Cuál es el problema?
  

Todos tenemos recuerdos de nuestros días de estudiantes preparándonos para los exámenes. Nos sentábamos en clase y nuestros instructores trataban de enseñarnos cómo resolver un problema, advirtiéndonos que teníamos que comprender primero cuál era el problema. (Como usaba decir mi padre: “Si entiendes el problema, estás a mitad de camino de la solución.”) Luego todo lo que teníamos que hacer durante el examen era leer el problema, tomar la comprensión y las herramientas adquiridas mediante nuestros estudios y aplicarlas. ¿Qué puede ser más simple que eso?


Cuando entramos en la “vida real” luego de los años de estudio, encontramos que las cosas eran distintas. En verdad, como se nos enseñara en la escuela, tenemos muchos problemas que resolver. Hay una pequeña distorsión, sin embargo; en la mayoría de los casos no se nos dice cuál es el problema. A diferencia de los exámenes de nuestra infancia, donde entrábamos al aula  y recibíamos un papel lleno de problemas a resolver, ahora se nos da una página en blanco y tenemos que formular nuestros propios problemas. Tenemos que considerar la situación en que estamos con cuidado y definir el problema; solo entonces podemos comenzar a aplicar nuestra experiencia para resolverlo. Formular el problema con precisión nos da una mejor comprensión de él, pero nuestra primera tarea, y esto es importante, es darnos cuenta de que tenemos un problema.


Así que la vida nos lleva a través de otro curso aún, llamado “encontrar el problema.” Ouspensky dice “la imaginación satisface a todos los centros,” y esta situación parece estar ilustrada en la imagen de arriba del Ahorcado del tarot. Está en una posición peligrosa, pero se lo ve sin preocupación. Si estamos colgando cabeza abajo y todos nuestros centros están satisfechos, sin sentir dolor: ¿cómo podemos darnos cuenta de nuestra posición? 


“El mundo que estimamos dulce no es sino una ilusión cuando, al final, se nos levanta el velo de los ojos.” Gurú Nanak

El príncipe Siddhartha vivía en el palacio de su padre, rodeado de lo más refinado que el mundo podía ofrecer. Su padre, sabiendo que a su hijo le había sido predicho que se volvería un santo en vez de un rey, lo protegió de que viera el sufrimiento real de la vida y trató de bañarlo, en cambio, con sus placeres. Sin embargo, Siddhartha sentía una creciente incomodidad que lo urgía a que saliera afuera de los muros protectores del palacio y viera lo que había allí. Salió del palacio en secreto y fue impactado al observar la vejez, la enfermedad y la muerte. Estas experiencias ocasionaron que el príncipe renunciara a su fortuna y su posición y lo pusieron en el camino para volverse el Buda.


“Quien ha recibido el beso místico de Cristo busca otra vez esa experiencia intima, y busca con avidez su frecuente renovación.” Bernardo de Clairvaux
 
Cuando estamos satisfechos con nuestros centros inferiores, somos encerrados en este palacio aparentemente agradable. Los ‘yoes’ que circulan por nuestra mente crean un velo que evita que recibamos las impresiones que revelarían la verdad sobre nuestra posición. Cuando emergemos de la imaginación, obtenemos una visión fugaz de la prisión en la que estamos y, así, podemos empezar a buscar nuestra salida con el fin de alcanzar la presencia y prolongarla.


“Él [el Señor] ha puesto una nueva canción en mi boca.” Salmos 40:3
 

¿Cómo alcanzamos este estado superior? Dado que nuestros centros inferiores se satisfacen consigo mismos, porque estamos dormidos sin saberlo, debemos recibir ayuda desde arriba. Nuestros centros superiores quieren aparecer y constantemente nos mandan choques y despertadores para que despertemos; está en nosotros reconocer estos choques y actuar sobre ellos. A medida que aumenta la experiencia de estar presentes y que nuestra comprensión se profundiza, el deseo de reconocer estos momentos de sueño y la capacidad de trabajar con la ayuda que recibimos se hace más fuerte.   


Al experimentar un estado elevado, sin embargo, en un punto nuestro ser inferior entra arrastrándose de nuevo y nos vela. Regresamos a la imaginación sin saberlo. Esto es parte de la condición humana y no debemos lamentarnos por ello, sino más bien esforzarnos por estar cada vez más conscientes de ello, y agradecidos por los despertadores que se nos envían en nuestra ayuda.


Volviendo a esos días de escuela, trato de mantener conmigo una comprensión que funcionó bien. Al final, una vez que hemos reconocido el problema con claridad, la solución es simple. Si no lo es, o tenemos la solución equivocada, o estamos tratando de resolver el problema equivocado.


Los recuerdos y la energía creados por nuestros momentos de presencia construyen un deseo creciente en nosotros para escapar de la imaginación y usar cualquier cosa que se nos dé con el fin de despertar. Gradualmente aprendemos a avivar las chispas que nos vienen a través de nuestra vida en un fuego que no pueda extinguirse. 


“Ved, os muestro un misterio: No todos dormiremos, mas todos seremos transformados; en un momento, en un abrir y cerrar de ojos a la última trompeta. Pues la trompeta sonará y los muertos se levantarán sin corrupción, y seremos transformados.” 1 Corintios 15:51-52

Ron M.





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