Febrero de 2014
Tres fuerzas
Pero
para nosotros la existencia está aún encantada; en cien puntos está aún en su
origen.
Un juego de puras fuerzas en el que nadie toca a quien no se arrodilla ni se maravilla.
Un juego de puras fuerzas en el que nadie toca a quien no se arrodilla ni se maravilla.
Rainer Maria Rilke
De acuerdo con la tradición del Cuarto Camino,
toda acción en el universo requiere la interacción de tres fuerzas. La Ley
de Tres, como la llamó Gurdjieff, penetra todas las acciones, grandes y
pequeñas, físicas y psicológicas, desde la creación del universo hasta un perro que muerde a un cartero.
La primera fuerza se manifiesta como el impulso
inicial de lograr algo: una afirmación, la fuerza que afirma. La segunda
fuerza se manifiesta como una resistencia a la primera fuerza: una negación,
la llamada fuerza de negación. Podríamos pensar que la vida sería más fácil sin
esta resistencia, pero la fuerza de negación es, de hecho, necesaria. La
tercera fuerza, también llamada fuerza neutralizante, mezcla las otras dos
fuerzas y provee la condición para un resultado. Las tres fuerzas son
igualmente necesarias. Si falta una, la acción no se resuelve y no hay
resultado. Gurdjieff llamó a las tres
fuerzas Santa Afirmación, Santa Negación y Santa Reconciliación.
Nótese que las tres fuerzas son santas. En
particular, la fuerza de negación no es algo malo: es una necesidad fundamental
en nuestra vida, que provee el combustible básico de nuestros esfuerzos por
despertar. Unos pocos ejemplos simples ilustrarán cómo funcionan las tres
fuerzas:
Quisiera ir a una fiesta esta noche con mis
amigos (primera fuerza, afirmación). Pero es lejos para caminar y llueve
(segunda fuerza, negación). Una amiga me llama para decir que está dispuesta a
pasar a buscarme en auto (tercera fuerza, neutralizante). Decido ir a la
fiesta.
Mi jefe me llama porque quiere que trabaje el
próximo domingo. Su pedido (primera fuerza) encuentra mi rechazo a estar
disponible durante los fines de semana (segunda fuerza). La regla no escrita
que dice que con el Sí resaltaré mi posición y abriré la puerta a una
posible promoción provee la tercera fuerza. Digo que Sí.
Podemos ver que la tercera fuerza es de
particular importancia en determinar el resultado de la acción. El último
ejemplo se puede reconsiderar del modo que sigue:
Mi jefe me llama porque quiere que trabaje el
próximo domingo. Su pedido encuentra mi rechazo a estar disponible durante los
fines de semana. Mi novia, sentada junto a mí, dice que si voy a trabajar otra
vez el próximo domingo me dejará. Digo que No.
De los ejemplos anteriores también podemos ver
con claridad que cada vez que actúa una primera fuerza, evoca una fuerza de
negación.
Si estoy vagando sin meta por las calles de una
ciudad, cualquier calle es igualmente buena y cualquier eventualidad que surja
es neutral. Podría decidir detenerme por un café si estoy de humor, o entrar en
una librería para revisar si hay títulos nuevos. Pero si tengo que estar en un
lugar específico a una hora específica –por ejemplo, para llegar a tiempo una reunión– de pronto tengo obstáculos: Podría estar dirigiéndome en la dirección
equivocada; el buen café y la agradable conversación con el mesero son, de
pronto, fuerzas contrarias que pueden ocasionar que llegue tarde a la reunión.
Tener un propósito, por lo tanto, evoca fuerza contraria.
No observamos plenamente ni do fuerzas y,
en general, esperamos que las cosas sucedan cuando solo hay una fuerza presente.
en general, esperamos que las cosas sucedan cuando solo hay una fuerza presente.
P. D. Ouspensky
En nuestra condición ordinaria, somos capaces de
ver solo la primer y segunda fuerza, y
con frecuencia ni siquiera anticipamos adecuadamente la fuerza contraria.
Pensamos que es suficiente con hacer dieta y que sucederá, o que levantarnos
una hor antes para hacer yoga antes de ir a trabajar hará que suceda. En la
práctica, los experimentos muestran que somos a menudo ingenuos sobre las
fuerzas contrarias que se oponen a lo que queremos hacer.
La tercera fuerza es aún más misteriosa. Es
típicamente invisible a un examen superficial de una situación. Gurdjieff decía
que somos ciegos a la tercera fuerza. Se requiere una clase de atención
especial para notar la tercera fuerza.
Si quiere producir cierto efecto o cierta acción
y falta una fuerza, no conseguirá resultados.
y falta una fuerza, no conseguirá resultados.
P. D. Ouspensky
Por ejemplo: Estoy preocupado por mi hija
adolescente. Pienso que ella confía en todos fácilmente y tengo miedo de que
termine en problemas por eso. Decido tener una charla con ella sobre la amistad
(primera fuerza). Pero esta afirmación de inmediato molesta a mi hija (segunda
fuerza), quien me acusa de no confiar en ella y de tratarla como una niña.
Por lo tanto, elijo otro enfoque. En vez de darle
sermones, espero. Un día uno de sus amigos hace algo dañino (primera fuerza) y
mi hija está molesta y confundida (segunda fuerza). En este momento, ella será
receptiva a mi conversación, que hablará de su experiencia real. Ahora soy
tercera fuerza, ayudando que la otras dos fuerzas se muevan a una resolución
deseada, a una nueva situación. Ya no actúo más como primera fuerza, iniciando
la situación. Mi hija ahora puede comprender lo que quiero decir.
Es un habilidad especial detectar una tercera
fuerza y ser capaz de usarla. Este
estudio y la compensión de cómo interactúan la tres fuerzas y el orden en el
que deben interactuar para obtener un resultado dado, son parte de la tradición
del cuarto camino. Un orden diferente de
interacción produce un resultado distinto. Nuestra falta de comprensión en esta
área está detrás de muchos fracasos en la vida de nuestras mejores intenciones.
Cuando queremos estar más despiertos, nuestra mente
es primer fuerza, afirmando nuestra meta. El cuerpo, con sus distracciones,
pereza y diversas atracciones y repulsiones, provee la fuerza contraria. Este obtáculo es a menudo descuidado. Muchos
hablan de la belleza del presente, de la intensa fragancia gozosa del darse
cuenta. Pero tenemos que tomar en cuenta
que gran parte de nuestro ser se rebel contra estar presente. Encontrará
excusas para continuar en el impulso de su sueño. Estoy cansado; no hay tiempo;
este no es el momento correcto; quiero prestar atención otra cosa.
Es asombroso y gracioso que tengas que ser alejado de ser
torturado,
tironeado dentro del jardín de la Fuente. Pero es el modo en que es.
tironeado dentro del jardín de la Fuente. Pero es el modo en que es.
Rumi
Otro ejemplo en escala más pequeña: Quiero estar
presente, por un minuto, ahora mismo. Esta afirmación es la primera fuerza. El
vórtice de los muchos pensamientos diferentes girando en mi mente provee la
segunda fuerza. Si quiero estar presente ahora, necesito elegir pra mí una
tercera fuerza que permita que el resultado se manifieste; de otro modo, las
primeras dos fuerzas chocarán inútilmente y no producirán resultado.
Puedo elegir entre varios pensamientos o
actitudes que me ayudarán en mi meta de estar presente. Pudo recordar que opaca
y negativa es mi vida cuando no estoy presente a ella. Puedo ponerme un
ejercicio simple que actúe de recordatorio, como enfocarme en mi respiración o
darme cuenta de los sonidos en torno a mí. La belleza, en especial, es una
tercera fuerza excelente. Mirar una bella impresión, como una flor o una buena
obra de arte mientras afirmo mi meta de estar presente, me ayudará a no estar
aborto en mis pensamientos acostumbrados
y me proveerá algo externo para mirar, como un ancla, una herramienta para mi
atención. Ya no estoy absorto conmigo mismo, obsesionado con mis preocupaciones
habituales. Estoy presente ahora.
Sergio S.
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