Noviembre de 2012
Despertar mediante el Recuerdo
de Sí
La escuelas esotéricas a través de la historia han
reconocido el caos de la condición humana y han buscado proveer un escape de
él. La solución no es un cambio cuantitativo, sino uno cualitativo. No es cuestión de esforzarse para
experimentar más amor, alegría o bondad, sino de volverse un orden de creación
diferente.
En nuestro estado “normal” de sueño despierto, vivimos
una existencia animal imaginando que somos humanos. Sin embargo, tenemos el
potencial para purificar nuestros corazones para lograr una existencia
verdaderamente humana y tratar de desarrollar nuestra consciencia para obtener
una existencia divina. Este es el viaje final para un ser humano. Hay un vasto
espectro de consciencia en el universo, que va desde la consciencia de una roca
a la del Absoluto. El rango potencial de
la consciencia dentro de un ser humano es también vasto. La consciencia en un
hombre o una mujer puede nutrirse para que se aproxime a la de lo divino.
Con trabajo preciso y suficiente, la conscincia superior
puede comenzar a aparecer en ráfagas dentro de nosotros y, por fin, volverse
permanente. Cuando descubrimos este estado de consciencia –de presencia divina–
encontramos la fuente del verdadero amor, de la verdadera alegría y la
verdadera bondad.
“La clave para todos los problemas es el problema
de la consciencia.” Textos egipcios antiguos
El primer paso es comprender la
consciencia y se comienza por comprender lo que no es consciencia. La
consciencia no es las funciones: No es el movimiento, no es las sensaciones, el
sentimiento ni el pensamiento. Es profundamente chocante verificar que podemos
actuar, movernos, conversar y experimentar emociones sin darnos cuenta. Nos
hacemos propósitos sinceros y los olvidamos; herimos a los que amamos sin
pretenderlo; viajamos sin memorias del viaje. Nuestra consciencia no es única
sino múltiple, fragmentada entre funciones que compiten.
¿Cómo comenzamos a forjar una consciencia unificada? Todas las escuelas enseñan el mismo esfuerzo,
que en el Cuarto Camino se llama recuerdo de sí. Esta s una disciplina interior donde uno
vigila su mente, su corazón y su cuerpo y está separado de ellos, se da cuenta
de ellos y de uno mismo observándolos. El recuerdo de sí no depende de
circunstancias ni de condiciones específicas. Se puede aplicar a cada momento de la vida, significativo u ordinario,
para llevar consciencia a cualquier cosa que se esté haciendo.
Trabajar en el recuerdo de sí requiere trabajar sobre el
corazón. Nuestros corazones sin entrenar están inmersos en pasiones
descontroladas y destructivas y en emociones negativas que nos acechan
incansablemente a lo largo de nuestra vida. A través de disciplinas de escuela, el corazón puede ser entrenado para
ganar la fuerza y la voluntad necesarias para nutrir y proteger la presencia divina
sin palabras. Cuando tenemos
el corazón purificado, nuestra esencia pura puede surgir. Lo real puede solo
crecer a expensas de lo irreal.
“El Arte del Corazón consiste en mantener el
ancla del corazón firmemente en paz y corrección.
Uno no debe permitirse ser llevado por trémulas pasiones ni abandonarse
a los deseos nunca saciados de los sentidos.” Huang Di (El Emperador Amarillo)
Uno no debe permitirse ser llevado por trémulas pasiones ni abandonarse
a los deseos nunca saciados de los sentidos.” Huang Di (El Emperador Amarillo)
¿Cómo podemos decir esto de manera
simple?
Está donde estés y está
despierto a lo que estés haciendo. Vacía tu corazón de pasiones y llénalo con
anhelos de unión con lo divino dentro de ti. Encuentra aquellos con los que
puedas compartir tu viaje.
Despertar es el Juego Maestro. Y el Juego Maestro tiene
un método simple que es fácil de aprender pero difícil de dominar. El método,
el recuerdo de sí, es invisible y portátil. Libre de condiciones externas o
internas, el recuerdo de sí tiene un solo requisito: El propio deseo sincero de usarlo. Por eso es
tan urgente entrenar al corazón para que desee la presencia. Junta, esta trinidad de la consciencia
superior, el corazón y el métodotejen una tela de presencia divina. Con
habilidad suficiente, la tela se vuelve oro puro: El recuerdo de sí y el propio
Ser Superior se hacen permanentes.
“Dios [el Ser Superior] siempre está más allá de
la bondad, la rectitud, la sabiduría total, invariable, verdadero,
invisible,
intocable, inasequible, perfecto, más allá del se, lleno de misericordia, lleno de compasión y sentimiento,
gobernando todo, viendo todo.” Filokalia, Pedro de Damasco:
intocable, inasequible, perfecto, más allá del se, lleno de misericordia, lleno de compasión y sentimiento,
gobernando todo, viendo todo.” Filokalia, Pedro de Damasco:
KHB
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