Enero de 2013
El significado interno
Cuando examinamos nuestra herencia cultural, particularmente en la
literatura y las artes visuales, muchas de las grandes obras de la humanidad
–las obras de Shakespeare, las historias bíblicas, los mitos griegos, los
poemas de los sufis– pueden parecer enigmáticos, sin sentido o hasta banales,
si miramos el sentido externo del arte. Y sin embargo parecen poseer una
grandeza inconmensurable con su contenido aparente. Nos jalan de la manga.
Seguramente estas grandes, nobles obras, tienen más que decirnos.
Estamos, por supuesto, familiarizados con la idea de la alegoría y la
metáfora en la literatura. “Mi amor es como una rosa muy roja.” Si miramos más
de cerca, podemos ver que hay otra calidad en algunas obras de arte que
nos puede llevar a una experiencia más profunda, una que no sea explicable de
inmediato en el nivel lógico de una pintura, una obra o un poema.
Entonces, demos un salto de fe y asumamos que las eternas obras de
Shakespeare están escritas por un ser consciente con un mensaje sobre el
despertar para la humanidad. Cuando el Bardo dice: “Ser o no ser, esa es la
cuestión,” ¿qué quiere decir con su cita más usada, pero menos entendida de Hamlet?
Si la reformulamos en términos del Cuarto Camino como: “Estar presente y por lo
tanto existir, o estar dormido y no existir, esa es la cuestión,” entonces el
significado surge de inmediato para quienes trabajen con ideas esotéricas. Es
el tema fundamental –quizás el único– en el juego maestro de la evolución
consciente. ¡No asombra que la
cita sea tan famosa!
Si consideramos el castillo de Macbeth, no como una construcción ficticia
en Escocia, sino como un mapa de los elementos internos en guerra de un ser
humano que está comenzando a verse y desea despertar, entonces el significado
interno de la obra también comienza a desplegarse.
Las religiones también parece que tienen, además del significado externo,
un significado interno que necesita ayuda exterior antes de que se la pueda
reconocer. ¿Qué tal si Moisés simbolizara el mayordomo, la parte más
alta de la máquina humana, la parte que desea promover el despertar? Esa
interpretación explicaría por qué Moisés conducía a los israelitas (los
pensamientos que deseaban la consciencia) cruzando el Mar Rojo de la
imaginación o el sueño hacia Israel, la Tierra Prometida (la presencia,
Dios). También explicaría por qué Moisés
podía vigilar la Tierra Prometida pero no entrar, ya que la consciencia es una
propiedad de los centros superiores, no de la máquina.
Desde este punto de vista comenzamos a ver que los conceptos de guerra
santa o de peregrinaje han sido trágicamente mal interpretados por aquellos que
solo toman el significado literal. Nadie, por ejemplo, parece recordar que
Mahoma dijo: “La verdadera jihad es interior.”
Cuando Rumi dice: “¿Pero por qué querría
cualquier alma en este mundo escaparse de la Amada?” ¿Solo habla del amor
erótico o emotivo por otro ser humano, o este gran ser espiritual está hablando
de unirse con su propio Ser superior?
¿O cuando Omar Khayyám habla de los placeres del vino, está hablando del
gozo de la embriaguez?
“Y últimamente, por la Puerta de la Taberna, abierta de par en
par,
llegó sigilosa desde la Oscuridad una Forma Angelical
que llevaba una Vasija sobre su Hombro, y
me ofreció un trago; y era... ¡la Uva!”
llegó sigilosa desde la Oscuridad una Forma Angelical
que llevaba una Vasija sobre su Hombro, y
me ofreció un trago; y era... ¡la Uva!”
No. En especial cuando ese pasaje conduce a unas líneas profundas, aunque
inicialmente opacas, como:
“El poderoso Mahmúd, el Señor victorioso,
que a toda esta horda de incrédulos y negros,
de Temores y Penas que infectan el Alma,
desparrama y mata con su Espada encantada.”
que a toda esta horda de incrédulos y negros,
de Temores y Penas que infectan el Alma,
desparrama y mata con su Espada encantada.”
Parece que los sufis con valentía eligieran el vino para simbolizar los
estados superiores que buscaban: la presencia de Dios. “Con valentía” porque el
vino, o estaba prohibido o hacía fruncir el ceño a los practicantes de su
religión. Y es Mahmúd, como Moisés, el mayordomo una vez más: el héroe con mil
caras que mata esas partes de nosotros que se oponen al despertar.
Cuando, la noche antes de su arresto, Cristo oraba mientras que sus
discípulos “dormían,” ¿se supone seriamente que pensemos que sus seguidores
estaban durmiendo la siesta en uno de los episodios más cargados de emoción en
la historia de la espiritualidad? Sin embargo podemos comprender, al haber
hecho nuestros propios esfuerzos para recordarnos, que aún en el momento de
desesperación de su maestro, sus estudiantes no fueran capaces de unírsele, de
estar conscientes como él.
Parece que, con la llegada de la enseñanza de Gurdjieff a principios del
siglo XX, los conceptos de “consciencia,” “presencia” o “recuerdo de sí” se
volvieron más abiertamente disponibles para el mundo. Antes solo habían sido
aludidos o representados por símbolos, con frecuencia en cuentos de hadas,
mitos o parábolas ampliamente conocidas. La pregunta surge, entonces: “¿Por qué
molestarnos en velar el significado, cuando se lo podría describir o presentar
como es de veras? Parece haber varias razones posibles para esto.
Los cuentos u obras presentadas como una narración emocionalmente cargada
son fáciles de recordar, disfrutar y repetir y muchos han soportado la prueba
del tiempo. Entonces han tenido la oportunidad de filtrarse en nuestra
consciencia y su mensaje puede conectarse, gradualmente, con algo muy dentro de
nosotros que anhela el despertar espiritual.
Además, los símbolos o mitos le pueden hablar a las partes superiores de
nosotros y esquivar las limitaciones del
intelecto, que se caracteriza por el pensamiento opositor y que está orgulloso
de su capacidad para debatir y analizar. El intelecto rechaza y diluye las
ideas esotéricas con la lógica y relativizándolas. El significado interno es el
alimento para un mundo interior donde las ideas y las impresiones no se toman
literalmente, sino que se reciben directamente, sin filtros, como las reciben
los niños.
Tal vez en dicho de “arrojar margaritas a los cerdos” signifique que, si el
conocimiento se presentara a esas partes dentro de nosotros que no están
interesadas en la evolución espiritual, sería desperdiciado o perdido.
Al usar las “claves” del Cuarto Camino, un montón del arte del más profundo
y perdurable del mundo revela mensajes esotéricos diseñados para contribuir al
despertar de las generaciones futuras. Si estamos dispuestos a dejar atrás
nuestros hábitos de interpretación aprendidos, estas obras saltan a la vida y
las podemos disfrutar de una nueva manera que impulse nuestro desarrollo
espiritual.
Alan B.
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