martes, 1 de octubre de 2013

Recuerdo de sí, boletín de octubre de 2013



Octubre de 2013

























La mente quieta



Al escuchar una campana que tañe en el crepúsculo, uno encuentra  que la quietud de afuera también está adentro. El amanecer y la puesta de sol son los momentos más tranquilos del día. En esos pocos momentos, todas las cosas parecen atentas al día mientras este surge y finaliza. El mismo ritmo se refleja internamente. Hay pocos momentos en los que la mente está quieta. Cuando uno se despierta en la cama, por uno o dos momentos, la mente no tiene nada que decir y, de nuevo, cuando se va a dormir, hay un breve momento en que la mente está quieta y calma. Durante esos pocos momentos, la mente está clara.



De otro modo, la mente es una experiencia de contradicciones. Los muchos ‘yoes’ del pensamiento, la percepción y la emoción que surgen de las funciones humanas no pretenden oponerse entre sí, pero no pueden compartir pacíficamente el mismo espacio. Los ‘yoes’ no pueden unificarse, bastante como los caciques guerreros que proclaman la misma historia cultural pero que no tienen forma de gobierno.  Sin presencia, los ‘yoes’ controlan la propia pscicología. El pensamiento se hace desconcentrado, accidental o determinado por sucesos externos. Uno se pone feliz o triste porque los ‘yoes’ anticipan un hecho externo, que luego no ocurre nunca.



Sin embargo, la mente puede elevarse por encima de la ruidosa palestra de los ‘yoes’ y pasar a “una mente más pura con una tranquila rehabilitación.” Pero esta habilidad no viene sola. Viene de elevar la propia alerta, de prestar atención a los momentos pequeños del día.  Con una mente receptiva, uno escucha música, una conversación, sonidos casuales y crece un estado que no tiene ni opinión ni preferencias, sino que silenciosamente es.  Al escuchar, uno encuentra el silencio. Se vuelve un punto de tranquila calma en un universo que gira. Oye la callada pequeña voz de Dios.


“En la pura mañana, cerca de un antiguo templo,
mi serpenteante camino, por un protegido hueco
de ramas y de flores, llega  un retiro budista.
Aquí los pájaros están vivos con la luz de la montaña
y la mente del hombre toca la paz de un estanque,
y mil voces se tranquilizan
con la respiración de la campana de un templo."
Chang Jian
 



Julian B.
Estar Presentes







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