Noviembre de 2013
Comenzar al principio
“Una
idea que se desarrolla y se lleva a la práctica
es más importante que una idea que exista sólo
como idea.”
Buda
Leyendo recientemente sobre el devoto asistente del
Buda, Ananda, fui sorprendido por el hecho de que aunque Ananda hubiera servido
por 25 años como ayudante personal del Buda, tuviera una memoria prodigiosa y
fuera responsable de la transmisión de miles de sutras budistas
–sabía la mayoría de ellos de memoria– y que, a pesar de esos años y del conocimiento
acumulado, tuviera aún trabajo interior personal que hacer. Cuando se llavaron
a cabo los preparativos para el primer concilio budista, no mucho después de la
muerte del Buda, hubo objeciones para que Ananda asistiera. Se decía que él
había entrado al Camino; no obstante, que no había alcanzado aún el estado de
uno que se hubiera vuelto –según la etimología de la palabra arhat– eterno
o inmortal. De algún modo, todo el conocimiento de Ananda –la enorme
cantidad de conocimiento superlativo de sutras que había memorizado– no
era suficiente. Se necesitaba algo más: un cambio en su ser.
Cómo
cambiar el ser es una cuestión que todos enfrentamos.
Podemos extender nuestro conocimiento en una miríada de
direcciones: en el estudio de historia china, o de arte griego, o de los
hábitos de apareamiento de los canguros, o de ingeniería civil, o de física
cuántica, o de cocina, o de aladeltismo, o de música, o de ballet, o de la
banca, o de sutras budistas, o, o… Pero ninguna de esas direcciones
necesariamente cambiará nuestro ser.
"Las ideas por sí mismas no pueden producir el cambio del
ser;
sus esfuerzos deben ir en la dirección correcta."
P. D. Ouspensky
Lo que necesitamos con el fin de despertar es un juego
pequeño de ideas simples sobre qué dirección perseguir y, luego, los esfuerzos
para traducirlas en ser: esfuerzos por ser las palabras. El verdadero cambio de ser
proviene de esfuerzos personales de verificación interna, no de la mera
acumulación de información externa. Las ideas sirven como carteles
indicadores, pero el viaje y el cambio de ser deben ser emprendidos por
nuestros propios esfuerzos.
Para el propósito de despertar al Presente, siempre
esperándonos aquí: ¿en qué dirección es útil extender nuestros conocimientos? La respuesta es simple: necesitamos aumentar el
conocimiento de nosotros mismos. Todo comienza con esto. Una perona que no se conoce
no puede moverse de donde está. En Fedro de Platón, hasta el gran Sócrates mismo
tiene que decir esto:
"Soy todavía incapaz de conocerme a mi mismo, como la
inscripción délfica lo ordena, y verdaderamente me parece ridículo mirar otras
cosas antes de que haya comprendido eso."
El trabajo de una escuela del cuarto camino nos provee
un precioso pequeño jugo de ideas-carteles indicadores que seguir con el
fin de estudiarnos y observarnos: ideas como los cuatro estados
de consciencia, los muchos ‘yoes,’ la imaginación, las emociones negativas, la
identificación, la charla innecesaria y los cuatro centros inferiores.
Además de nuestros esfuerzos por estar presentes a
nuestras vidas, el trabajo práctico comienza con la observación de sí. Pensamos que nos conocemos
bastante bien pero, de hecho, no nos
conocemos casi nada porque nunca nos hemos observado sistemáticamente. Podemos saber, en cualquier
momento particular, que estamos felices, o que tenemos hambre, o que estamos cansados, caminando
o leyendo. Pero saber que estamos felices o leyendo es lo
opuesto a observarnos mientras estamos felices o leyendo: son dos
cosas enteramente distintas.
¿No es extraño que el Templo de Apolo en Delphi llevara
sobre su entrada la inscripción Conócete a ti mismo? ¿Por qué molestarse
en ponerla en una ubicación tan importante, en el sitio más sagrado del mundo
clásico si todos nos conociéramos como las palmas de nuestras manos?
“Somos lo que observa, no lo que es observado.”
Robert Earl Burton
Robert Earl Burton
Afortunadamente, podemos observarnos en cualquier parte
que estemos y ocurra lo que ocurra. No necesitamos ninguna condición
especial ni energía especial para hacerlo. Cuando estamos enfermos, podemos
observarnos estando enfermos. Cuando estamos felices, nos podemos observar
estando felices. ¿Cómo estamos sentados ahora, mientras leemos? ¿Cuál es nuestra postura? ¿Tenemos tensión en alguno de
nuestros músculos? ¿Qué reacción interior tenemos a estas ideas?
El propósito es verse y observarse imparcialmente, como
un zoólogo podría observar una nueva
especie. Esto es más fácil decirlo que hacerlo: aún con las mejores
intenciones, con frecuencia olvidamos hacerlo; y cuando sí nos observamos, a
menudo reaccionamos con un juicio chocante o un análisis que induce el sueño de
lo que vemos. Lo que es necesario, en la frase de Gurdjieff, es un crescendo
de persistencia.
Nadie más puede hacer este trabajo por nosotros. Solo mediante nuestros
esfuerzos la idea de los carteles indicadores nos trae algo más allá del nivel
de la información, algo que penetre hasta nuestra esencia y no se pierda con
facilidad.
Lo destacable sobre la observación de sí es que es el
principio de una nueva facultad en nosotros, una con la que no nacemos y
que no se desarrolla de manera automática. Tenemos que ser enseñados a
hacerlo y trabajar para adquirirla. Actuar sobre esta ayuda desde
afuera, esta enseñanza recibida sobre la observación de sí, es el principio del
crecimiento real y del cambio de ser. Una persona que trabaje para observarse, aún
por cortos períodos, está realmente en un nivel de ser diferente de una que no
lo hace. Ya se está volviendo un tipo diferente de ser humano,
uno parado sobre la tradición de Sócrates.
"No puedes despertar a menos que hayas
verificado que
estás dormido."
Robert Earl Burton
Robert Earl Burton
En la serie final de sus escritos, Gurdjieff hizo notar
que las verificaciones que hacemos mediante la observación de sí son la base
necesaria para que se eleve “una energía de gran intensidad, con la ayuda de la
cual únicamente es posible un trabajo posterior sobre sí mismo.” También hizo notar que aunque
la observación de sí es indispensable en el principio para cualquiera que esté
esforzándose por la verdad, no debe volverse el centro de gravedad de los
esfuerzos en el largo plazo. El propósito real de la energía que se genera es
alimentar nuestros esfuerzos para recordarnos.
¿Y qué paó con el asistente del Buda? La historia dice que Ananda,
espoleando sus esfuerzos para traducir su conocimiento en ser para el concilio
que se aproximaba, logró la plena iluminación la noche anterior a que el
concilio se reuniera. Fue entonces convocado a que asistiera, recitando y
ayudando a transmitir el gran cuerpo de sutras budistas, en que cada uno
comienza con la famosa apertura: “Así he oído…”
"Hay dos errores que uno
puede cometer en el camino a la verdad:
no ir a fondo y no comenzar."
Buda
no ir a fondo y no comenzar."
Buda
R.H.
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