Diciembre de 2013
El actor principal y el niño
En verdad,
solo los niños pequeños entrarán a los Cielos.
Bernardo de Clairvaux
Bernardo de Clairvaux
El rasgo
principal es “la manera fundamental en que las personas se ven a sí mismas y al
mundo y afecta, virtualmente, todas sus acciones” (Girard Haven). La palabra fundamental
no está elegida a la ligera. Cada uno de nosotros tiene un rasgo principal, una
debilidad principal, que constituye el eje alrededor del cual gira nuestro ser
inferior y su falso cuadro de quiénes somos. No hablamos aquí de alguna
decoración, de alguna excentricidad ni de adornos brillantes en nuestra repisa
psicológica. Hablamos de la estructura subyacente profunda, de los cimientos,
de las paredes principales, las vigas y el cemento existencial del ser
inferior.
Lo que es
importante no es el rasgo principal en sí, sino lo que este produce
y lo que Ud. puede estudiar en la forma de actitudes.
y lo que Ud. puede estudiar en la forma de actitudes.
P. D. Ouspensky
El rasgo
principal es con frecuencia determinado por nuestro tipo de cuerpo, este último
un estudio aparte en sí mismo. Pero en un bosquejo amplio, este rasgo determina
cómo vemos lo que es más o menos importante, qué hay para admirar en la vida,
cómo consideramos a aquellos supuestamente más débiles o fuertes que nosotros,
cómo reaccionamos en las distintas situaciones: si buscamos o evitamos la
confrontación en las candilejas, qué dispara nuestras emociones negativas
favoritas, etc. Es nuestra actitud emocional para con nosotros, el modo
fundamental en que sentimos hacia nosotros mismos y la vida. Y no lo vemos
porque estamos inmersos en él.
Además
del rasgo principal, tenemos uno o dos rasgos que lo apoyan y proveen topes
para él (los topes son mecanismos internos para evitar ver la verdad sobre
nosotros). Por ejemplo, el rasgo de vagabundo (la ausencia de valores) puede
funcionar bien con el rasgo de miedo. Esencialmente, en la raíz, tenemos miedo
de hacer algo. Pero en lugar de ver esta verdad desagradable en un momento
particular, imperceptiblemente nos deslizamos hacia la actitud de: “Bien, de todos
modos no vale la pena.”
La vanidad es un rasgo fuerte en todas las personas.
Si no es
el rasgo principal de uno, es el segundo rasgo de todos.
Robert Earl Burton
Cualquier cosa que impida los propósitos y lo patrones
de topes de nuestros rasgos, puede encender nuestras emociones negativas. Este
es el lazo entre los rasgos y la negatividad: nuestras actitudes. Los rasgos
determinan actitudes y estas, a su vez, determinan nuestras emociones
negativas. Cuando no conseguimos lo que estas actitudes quieren, o cuando
conseguimos lo que no quieren, la negatividad llega a continuación. Lo que resulta
increíble es que, a pesar de su usurpación de nuestras vidas y funciones, del
sentimiento de nosotros mismos, el rasgo principal sea precisamente lo que no somos.
El rasgo
principal ocupa el espacio que por derecho pertenece al recuerdo de sí.
Robert Earl Burton
Nuestra repuesta natural a este conocimiento es, por
supuesto, ser intrigante; de inmediato deseamos saber cuál es nuestro rasgo principal.
Sin embargo, aún si alguien nos lo dice, esto puede que no nos ayude mucho. El
nombre es solo una etiqueta, un ayudamemoria para un gran país sin descubrir.
Es necesario verlo por uno mismo, a través de paciente observación: las
ramificaciones de nuestros rasgos, las actitudes que determinan, y cómo estas
se conectan con nuestras respuestas automáticas y emociones negativas
favoritas. Y tal como Goethe condujo su estudio de los colores –con profundidad
exhaustiva práctica, basada en lo que él podía ver en realidad con sus propios
ojos– necesitamos evitar cuidadosamente
perdernos en la manipulación de ideas o en saltar hacia las conclusiones. El
método de Goethe nos muestra cómo trabajar: Observar. Evitar el análisis. Aferrarse
a estar presente. En el trabajo del cuarto camino, no pensamos ni extrapolamos
nuestro camino a la comprensión; tratamos de permanecer aquí y ahora, viendo,
dejando que venga la comprensión cuando esta lo desee.
Cuando uno
entra al camino... comienza a ganar control
sobre el propio rasgo principal. Antes que entres al camino,
sobre el propio rasgo principal. Antes que entres al camino,
el rasgo principal te controla.
Robert Earl Burton
Un primer paso en el trabajo sobre los rasgos es tratar
de observar y neutralizar las actitudes que brotan de ellos, las que disparan
las emociones negativas recurrentes. Preguntarse en medio de una emoción
negativa favorita: “¿Qué actitud es la que se destaca ahora?” Al saber qué
actitud está produciendo negatividad, podemos trabajar para establecer actitudes
para contrarrestarlas –disolventes, como Ouspensky las llamaba– que disuelvan las actitudes dañinas y restablezcan
la presencia.
La consideración externa es uno de los mejores remedios
para los propios rasgos.
Robert Earl Burton
Robert Earl Burton
También
podemos llegar a los rasgos desde otro punto de vista. Los rasgos están
demasiado preocupados con sus propios objetivos para ser capaces de pararse afuera
de una situación y ver lo que es mejor, tanto para uno como para el otro. Si el
rasgo de vanidad considera insignificante a una persona y no lo bastante
importante para prestarle atención, tenemos que hacer un esfuerzo para
considerarla. Si nuestra condición básica es forzarlo todo (rasgo de poder),
entonces intentaremos controlar y manipular a los demás para que hagan lo que
nosotros queremos sin que importe cómo se sientan. El sueño conducido por los
rasgos no puede ser considerado exteriormente con los demás, por lo que la
consideración externa es un modo maravilloso para echar luz en el mundo
interior. ¿Qué necesita la otra persona? ¿Qué requiere realmente esta
situación?
Cuando
la comprensión se profundiza, vemos gradualmente que el rasgo principal penetra
nuestros centros como una tintura. Esto no es alguna peculiaridad
menor o un mal hábito que solo podamos decidir cambiar y de pronto se habrá
ido. Todo el molde de nuestro pensamiento, el tenor de las reacciones
emocionales, el estilo y la postura de nuestros movimientos, cómo entramos y
salimos de un cuarto, cómo interactuamos con los demás y conducimos las
relaciones, cada rincón y grieta de las manifestaciones de las funciones, está teñida
por nuestro rasgo principal. Este es el actor principal que maneja nuestra
vida.
El rasgo
principal es feroz, insaciable. Si controlamos el rasgo principal estamos vivos
y despiertos; si somos controlados por él, estamos dormidos y en el limbo.
Es una
situación de vida o muerte.
Robert Earl Burton
Comenzamos a sentirnos desamparados, trabados en batalla
con un enemigo implacable, ahogados en la tintura de nuestra actitud emocional
hacia nosotros, la que solo parece que no nos la podamos sacudir. Es
interesante que esto sea exactamente lo que Gurdjieff le hizo notar a Ouspensky
cuando hablaba del rasgo principal:
El estudio
de la falla principal y la lucha en su contra constituyen… el camino
individual
de cada hombre, pero el propósito debe ser el mismo para todos.
Este propósito
debe ser poder darse
cuenta de la propia nada.
G. I. Gurdjieff
Liberarnos del lazo de las emociones negativas
conducidas por el rasgo es una ruta importante para soltar nuestra esencia, la
que no puede manifestarse y crecer en un ambiente interior negativo. La esencia
es el puente crítico a los centros superiores, a nuestras posibilidades reales.
No es algo que podamos esquivar. Y cuando nos encontremos lidiando con el rasgo
principal, puede ser que un suave llamado a nuestra esencia con la simple
palabra interior Niño, que susurra un ángel con la invitación a ser
abiertos a la alegría del momento como lo hacen los niños, suelte la frágil
postura de los rasgos y topes y permita que entre el presente; este llamado
puede que atraviese el sinsentido desde una dirección inesperada y eleve
nuestro estado. Más que confrontar con el rasgo y tratar de echarlo al suelo,
el suave susurro Niño cambia con destreza nuestra atención a un plano
enteramente diferente: relajarse y abrirse alegremente al momento. Este es el
camino del hombre astuto. En vez de fortalecer a nuestro enemigo peleando con
él en el sótano de nuestro ser –y con ello haciéndolo más real de lo que es– Niño
se vuelve y nos eleva al techo para tener una clara visión del cielo azul.
Esencialmente,
con el fin de despertar
uno debe
seguir mirando hacia arriba y no hacia abajo.
Robert Earl Burton
Robert Earl Burton
R.H.
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