viernes, 15 de febrero de 2013

PROPÓSITOS

Campo profundo del telescopio Hubble


La imagen de arriba muestra un pequeño arco –equivalente a 24 millonésimos del cielo visible– en dirección a la Osa Mayor y, cuyos casi 3000 objetos fotografiados son galaxias como nuestra propia Vía Láctea o más grandes.

La imagen de abajo, en cambio, muestra una galaxia entera y la diferencia entre los puntos de arriba y los de abajo, es que los de abajo ya no son galaxias, sino estrellas:

Galaxia Pinwheel (Molinete)  


Todas las escalas nos muestran la multiplicidad en la creación.  Si nos fuéramos a una escala microscópica, una escala poblada de seres vivos en cantidad quizás mayor que la que muestra la tierra entera (que tal vez sea solo un ejemplo entre muchos pero que, por ahora, nos es el único ejemplo conocido), veremos la multiplicidad manifestarse en los millones de células espermáticas que los machos del reino animal ponen a disposición de la naturaleza en cada una de sus experiencias sexuales, células que, en general, bien podrían equipararse a los puntos que muestran las fotografías anteriores.

La humanidad está recién aprendiendo los rudimentos científicos como para comenzar a descubrir la inmensidad del cosmos que ilustra la primera fotografía.  Recién comienza a conocer la existencia de planetas más allá del sistema solar y no conoce aún vida extraterrestre.

Es muy posible que llegue el día en que la conozca, pero, aún así, es seguro que tal vez no sea el plan del Creador que –dentro de lo que el hombre puede reconocer como vida– esta manifestación no sea  un fenómeno que aparezca en todas partes.

Si vamos al plano psicológico, esta antigua ilustración de un semanario nos muestra cómo cada ser en ella, tiene un pensamiento que lo ocupa en el momento presente.  Momento que al dar paso a uno nuevo, también dará oportunidad de manifestarse a otro pensamiento, cadena esta que puede prolongarse toda la vida.

Ilustración de los muchos 'yoes' en The Newyorker

Si se puede ensayar un propósito para esta manifestación de multiplicidades, se puede ver de inmediato que el caso de las células espermáticas nos muestra un indicio: su finalidad parecería ser la unión con su contraparte femenina para generar un nuevo individuo de la especie de quienes le dieron origen.

Seguramente, cada criatura viva tenga una vida con sus esperanzas, metas, etc. Pero, por supuesto, sería muy difícil que uno de estos microorganismos tuviera noción alguna de esta meta real, que, al fin, involucra su completa muerte como tal cuando se integra para coparticipar de la formación de un nuevo ser de otra escala, un feto.


En el campo psicológico también cada pensamiento tiene esperanzas y metas, pero es muy posible que no pueda más que solo vislumbrar una meta real que está mucho más allá de su comprensión.  Esta incapacidad de ver una meta que está en una escala distinta, sin embargo, puede ser  un impulso inicial.

Dentro de los momentos ordinarios, la consciencia se limita al objeto de un pensamiento y solo dura lo que  dura este pensamiento, es decir, pocos segundos.  Como lo destacaba Ouspensky, “Cada pensamiento, cada sentimiento, cada sensación, cada deseo, cada gusto y disgusto es un ‘yo.’ Estos ‘yoes’ no se conectan ni están coordinados de ninguna manera.” (Teoría de la evolución posible del hombre, pág.12). 

Pero, como muestran ciertas ilustraciones, otra condición puede existir:
 

El Buda controla a Mara

En esa condición, el hombre es capaz de tener estados donde la consciencia es más elevada, donde los muchos ‘yoes’ están controlados y donde existe una tendencia a la unificación del propósito.  Solo haciendo los esfuerzos necesarios podrá verificarlo y, tal vez, encontrar un sentido al mundo de multiplicidades en el que vive.


Hugo F. 

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