Campo profundo del telescopio Hubble |
La imagen de arriba muestra un pequeño arco –equivalente a
24 millonésimos del cielo visible– en dirección a la Osa Mayor y, cuyos casi
3000 objetos fotografiados son galaxias como nuestra propia Vía Láctea o más grandes.
La imagen de abajo, en cambio, muestra una galaxia entera y
la diferencia entre los puntos de arriba y los de abajo, es que los de abajo ya
no son galaxias, sino estrellas:
Galaxia Pinwheel (Molinete) |
Todas las escalas nos muestran la multiplicidad en la
creación. Si nos fuéramos a una escala
microscópica, una escala poblada de seres vivos en cantidad quizás mayor que la
que muestra la tierra entera (que tal vez sea solo un ejemplo entre muchos pero
que, por ahora, nos es el único ejemplo conocido), veremos la multiplicidad
manifestarse en los millones de células espermáticas que los machos del reino
animal ponen a disposición de la naturaleza en cada una de sus experiencias
sexuales, células que, en general, bien podrían equipararse a los puntos que
muestran las fotografías anteriores.
La humanidad está recién aprendiendo los rudimentos
científicos como para comenzar a descubrir la inmensidad del cosmos que ilustra
la primera fotografía. Recién comienza a
conocer la existencia de planetas más allá del sistema solar y no conoce aún
vida extraterrestre.
Es muy posible que llegue el día en que la conozca, pero,
aún así, es seguro que tal vez no sea el plan del Creador que –dentro de lo que
el hombre puede reconocer como vida– esta manifestación no sea un fenómeno que aparezca en todas partes.
Si vamos al plano psicológico, esta antigua ilustración de
un semanario nos muestra cómo cada ser en ella, tiene un pensamiento que lo
ocupa en el momento presente. Momento
que al dar paso a uno nuevo, también dará oportunidad de manifestarse a otro
pensamiento, cadena esta que puede prolongarse toda la vida.
Ilustración de los muchos 'yoes' en The Newyorker |
Si se puede ensayar un propósito para esta manifestación de
multiplicidades, se puede ver de inmediato que el caso de las células
espermáticas nos muestra un indicio: su finalidad parecería ser la unión con su
contraparte femenina para generar un nuevo individuo de la especie de quienes
le dieron origen.
Seguramente, cada criatura viva tenga una vida con sus
esperanzas, metas, etc. Pero, por supuesto, sería muy difícil que uno de estos
microorganismos tuviera noción alguna de esta meta real, que, al fin, involucra
su completa muerte como tal cuando se integra para coparticipar de la formación
de un nuevo ser de otra escala, un feto.
En el campo psicológico también cada pensamiento tiene
esperanzas y metas, pero es muy posible que no pueda más que solo vislumbrar una
meta real que está mucho más allá de su comprensión. Esta incapacidad de ver una meta que está en
una escala distinta, sin embargo, puede ser
un impulso inicial.
Dentro de los momentos ordinarios, la consciencia se limita
al objeto de un pensamiento y solo dura lo que
dura este pensamiento, es decir, pocos segundos. Como lo destacaba Ouspensky, “Cada pensamiento, cada sentimiento, cada sensación, cada deseo, cada
gusto y disgusto es un ‘yo.’ Estos ‘yoes’ no se conectan ni están coordinados
de ninguna manera.” (Teoría de la evolución posible del hombre,
pág.12).
Pero, como muestran ciertas ilustraciones, otra condición
puede existir:
El Buda controla a Mara |
En esa condición, el hombre es capaz de tener estados donde
la consciencia es más elevada, donde los muchos ‘yoes’ están controlados y donde existe una
tendencia a la unificación del propósito.
Solo haciendo los esfuerzos necesarios podrá verificarlo y, tal vez,
encontrar un sentido al mundo de multiplicidades en el que vive.
Hugo F.
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