viernes, 1 de febrero de 2013

Recuerdo de sí, boletín de febrero de 2013





















El jardín entre la tierra y los cielos

La consciencia es expansiva y, cuando es suficientemente potente, agranda el corazón y unifica los sentidos en el Tercer Ojo. Con consciencia, todas las cosas son posibles, en todas partes, en cualquier momento. De esos momentos de consciencia uno renace, volviéndose otro Adán o Eva, una creación de origen consciente y los guardianes del primer jardín.

"El estado silencioso, sin aroma, de la presencia contiene el principio ilimitado de los cielos y la tierra.”
Wang Yangming

Este rol de guardián revela la conexión con un origen consciente. Una jerarquía inesperada, en lo que lo superior en uno sirve a lo celestial en nombre del despertar, cuando, en un nivel terrenal, cultivar el jardín es la propia responsabilidad. El jardín es una contraparte, un reflejo de la naturaleza humana y de su jerarquía de lo terrenal, lo humano y lo divino. Cultivar lo más elevado en uno mismo puede tomar muchas formas, a través de ideas, belleza, visiones, intuiciones, etc. La mayoría de los seres humanos “quiere” algo que a su vez los cultive, aunque este “querer” pueda corromperse, de manera que suplante al deseo de despertar y vele al Tercer Ojo de su origen.

“¿Quién puede ir más allá de los enredos del mundo y sentarse conmigo en las nubes?”
Hanshan

En la tríada de lo terrenal, lo humano y lo celestial, el equilibrio de fuerzas siempre está cambiando y la revuelta del ser inferior es siempre parte necesaria. En el mito egipcio, Seth es la contraparte divina de Osiris, engañándolo para que muera, muerte de la que luego este resucita. La mitología nórdica nos habla de Locki, el divino impostor y asesino de Baldur, el Dios de la luz. Así, mientras que la caída de Adán y Eva muestra la ingenuidad humana y la debilidad por lo novedoso, también describe la tensión en vivir entre la tierra y los cielos, en vivir entre el ser inferior y un brillante Tercer Ojo. Sin consciencia, separados de su derecho de nacimiento, los seres humanos son extranjeros en la tierra. Con consciencia, un ser humano tiende al jardín y cultiva el árbol de la vida.

“Mirando la montaña y el  cielo, de repente me di cuenta de que soy parte del paisaje.”
Maestro zen



Julian B.



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