Agosto
de 2013
El juego
maestro
Las
tradiciones esotéricas hablan de la idea de una entidad o fuerza superior
existente, que controla y gobierna el pasado como así también el futuro: un
creador eterno. Como tales, nuestras vidas nos son dadas y tomadas por él y,
sea como sea, él escribió la historia de nuestra existencia desde la A a la Z y
así, todo lo que ha sucedido o nos está por ocurrir ya se sabe en alguna parte.
“El
maestro de ajedrez no dice nada, más que mover la callada pieza." Rumi
Puesto que esta idea crea la paradoja principal
entre la libre voluntad del hombre y su posibilidad de acción, todas las
tradiciones tratan de explicarla de maneras diferentes. Una de mis favoritas es
la tradición judía que compara el destino humano con un juego de ajedrez. La
vida se compara con un juego de ajedrez entre la persona promedio y un jugador
maestro, solo en el caso de que el último esté tratando de enseñarnos algo y
hacernos evolucionar. Yendo más profundo
dice que en tanto podemos mover nuestras piezas por el tablero, es realmente el
maestro quien controla y manipula nuestras movidas y el juego entero.Es el
maestro quien nos conduce adonde quiere que estemos.
“Recuerda que eres un actor en un drama, de un tipo que
al autor le plazca diseñarlo. Si el drama es corto, uno corto;
si es largo, uno largo. Si fuera de su agrado que
actuaras un hombre pobre, un lisiado, un gobernador o una persona privada,
asegúrate de actuarlo con naturalidad. Porque esa es tu responsabilidad: actuar
bien el personaje que te fue asignado; elegirlo es la de otro.”
Epícteto
Al
considerar otra explicación esotérica, vemos nuestra presencia en la tierra
como una representación en un escenario. El actor recibe una obra escrita en la
que todo está determinado desde el primer momento y lo que le queda al actor es
usar la mente y aprender las líneas que le permitirán representar su rol. Sin
embargo, si es verdad que el actor no puede realmente elegir su rol, ¿cuál es
el significado del jugador o de la movida?
“La
obra aquello desde lo cual aprendo la consciencia del rey.”
Hamlet, William Shakespeare
Nuestro
pasado ya ha sucedido y lo que queda es lo que podemos aprender de él. Nuestro
futuro es desconocido y solo puede ser estimado desde la experiencia que
ganemos de nuestro pasado. Esta experiencia determinará nuestra próxima movida
en el tablero, probablemente adonde el maestro ya se había asegurado que
estaríamos. Así que parece que lo único que nos queda es ese momento presente
donde realmente tocamos la pieza y la movemos. En ese momento, en este momento
en el presente, somos amos de nuestra propia obra de modo que,
naturalmente, cómo juguemos tiene gran
importancia.
Los
mitos antiguos y los cuentos de hadas muestran los eventos en la vida del
héroe. Miramos cómo cambian y crecen esos personajes cuando pasan por eventos a
la vez difíciles y alegres, hasta que finalmente cumplen con el destino que se
les da. Por el final de la historia podemos ver que ninguna de sus experiencias
podría haber sido diferente, que cada prueba era parte necesaria de su travesía
y que cada evento tenía que ser vivido por ellos para alcanzar su “felicidad para
siempre." En nuestra historia personal, si le prestamos atención, podemos
ver cómo cualquier cosa que nos pase nos prepara también para el futuro, aún
cuando sea difícil verlo mientras se está teniendo la experiencia.
Este
punto de vista nos ayuda a encontrarle significado a la existencia: es
reconfortante que sepamos que hay un plan superior para nosotros, aunque pueda
parecer que estemos tomando la salida fácil. Otra visión de esto, sin embargo,
nos permitirá observar que elegir este punto de vista nos lleva a un lugar
donde nos damos más cuenta de nuestra vida. Al hacer más esfuerzos para darnos
cuenta de las cosas que pasan en torno a nosotros y dentro de nosotros, nos
volvemos un actor consciente en la obra de nuestra vida.
Nuestros
días se componen de palabras y letras que crean los pequeños momentos de la
vida. Nuestra mente trabaja continuamente para aprender todo lo que sucede con
el fin de tomar las mejores decisiones y hacer las mejores movidas que se le
puedan ocurrir. Vemos, no obstante, que lo que hace una acción diferente de
otra es la cualidad de la atención que se pone en el acto en sí. Cuando se unen
la mente y el corazón, y ambos trabajan a pleno juntos, podemos experimentar
nuestra vida con presencia. Mirar desde afuera el juego de ajedrez, simplemente
aceptándolo por lo que es, es una de nuestras mejores herramientas de
enseñanza. Esta herramienta, esta obra, está diseñada especialmente para
nosotros y, como tal, podemos estar agradecidos por ello y aceptarla de todo
corazón.
“Cuando acostumbraba a leer cuentos de hadas, imaginaba
que esa clase de cosas nunca ocurrían;
¡ y ahora aquí estoy,
en medio de una!”
Lewis
Carroll
Ron M.
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