Septiembre de 2012
Apollo, California
La ayuda exterior
El éxito en
cualquier cosa que hagamos radica en una perfecta alineación de tres fuerzas:
talento, fuerte deseo y suerte. Tener talento es tener una capacidad natural en
un área dada. Tener un fuerte deseo es querer algo mucho por un tiempo muy
largo; el fuerte deseo es la fuente de la resistencia y esto permite la
disciplina necesaria que nos permite mejorar nuestras capacidades.
Pero la
suerte, ¡ah! Eso es lo que no podemos comprar, no podemos
robar, no podemos conjurar. ¿Por qué? Porque la suerte no existe en el mismo
nivel que nuestra vida; es algo fuera de nosotros. La suerte abre puertas
cuando somos apretados contra la pared, permite que entren nuevas posibilidades
cuando hemos agotado todos los recursos y nos lleva a un lugar más allá de
nosotros. La suerte es verdadera ayuda
exterior.
Consideremos
el juego maestro del despertar. No es infrecuente que una persona esté presente
en el momento. Los grandes atletas lo llaman “estar en ritmo,” donde su
concentración está en lo que está frente a ellos y no se dejan distraer por
nada fuera de su meta. ¿Pero entonces
qué? Luego de su logro, se ponen a pensar en logros futuros o a deleitarse con
los ya pasados. Para ellos, estar presentes en el momento simplemente los ayuda
a alcanzar su meta. No es la meta en sí misma.
Pero, ¿qué si
esa es la meta: estar presente a tu vida siempre y en todas partes? Muchos de
nosotros tenemos la habilidad de estar presentes, pero, ¿tenemos el deseo de
hacerlo siempre y en todas partes? ¿Lo queremos con suficiente fuerza por largo
tiempo? La mayor parte del tiempo no. Vemos la presencia como una herramienta
que eleva cualquier momento que parezca ser especial. Queremos, por ejemplo,
estar presentes a nuestra boda; no queremos ni que un momento pase sin
recordarlo, sin saborearlo. ¿Por qué? Porque valoramos ese momento. Pero
pocas personas valoran todos los
momentos.
Digamos que sí, que tenemos este fuerte deseo y habilidad para estar presentes. Pero todavía
encontramos que solo nos podemos recordar ocasionalmente, no importa lo mucho
que deseemos estar presentes a todo. Algo más nos sigue alejando,
distrayéndonos de nuestro propósito. Esto es más difícil de lo que pensamos:
Estar presentes a nuestras vidas, siempre y en todas partes. ¿Entonces qué hacemos? ¿Abandonamos? ¿Nos
satisfacemos con el despertar parcial, solo encendiendo la presencia
ocasionalmente y en esos momentos que valoramos? ¿O nuestro deseo es más fuerte
que eso, porque hemos saboreado algo más allá de lo que pueda ofrecer el
momento? Hemos saboreado nuestro Ser y queremos SER eso.
Hemos tocado
algo profundamente adentro, que anhela existir y nacer. Una vez que este anhelo
se has establecido, no podemos regresar al sueño de la misma manera de antes.
Sabemos que hay otra realidad. Este es un nuevo dilema. Hemos ido tal lejos
como era posible por nuestra cuenta. Necesitamos ayuda si deseamos ir más allá.
¿Pero dónde y cómo la encontramos?
Aquí es donde
entra la suerte. La suerte nos encuentra, nosotros no la encontramos. Desde la
perspectiva superior de la suerte, es el destino. Desde nuestra perspectiva se
manifiesta como azar o coincidencia; tropezamos con ella exactamente en el
momento correcto de nuestra vida y parece salir de la nada. Pero, ¿hay un modo
en que podamos atraerla? Por extraño que sea, la hay. Es tan simple como
alcanzar un punto de nuestra vida donde reconocemos que precisamos ayuda de modo desesperado. Entonces esta suerte –esta ayuda
mágica– puede que se nos revele.
Para aquellos
que quieren despertar plenamente, esta ayuda exterior trae con ella una
Influencia Consciente. Literalmente, esta influye nuestro desarrollo consciente del modo más misterioso y milagroso.
¿Cómo la reconocemos? Reconocemos la Ayuda Exterior –la Influencia Consciente – por el modo sutil y muy personal que nos guía a estar presentes en el momento, sea que valoremos o no ese momento en
absoluto. De repente, estamos
despiertos mientras nos lavamos los dientes, por ejemplo. Nuestra consciencia
ha sido influida por algo fuera de nosotros. Como con una varita mágica, la Influencia Consciente
enciende nuestro Ser divino y lo reconocemos al instante. Y algo adentro de
nosotros quiere más. Aumenta el deseo de estar presentes y eso, a su vez, nos
hace querer aprender cómo llevar más presencia a cada momento. Aprender CÓMO es trabajo de escuela:
Solamente a través de trabajo de escuela dirigido por la Influencia Consciente
puede crecer nuestra habilidad para estar presentes, aumentar nuestro deseo y
abundar nuestra suerte. La ayuda exterior se hace cada vez más manifiesta
cuanto más despiertos estamos, cuanto más reconocemos la intervención de la Influencia Divina
en nuestra vida. Las tres fuerzas se
apoyan unas a otras y esta tríada abre el camino al despertar pleno.
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